no relato esta historia por vanidad. Quizá estaría dispuesto a aceptar que hay algo de orgullo o de soberbia. Pero ¿por qué esa manía de querer encontrar explicación a todos los actos de la vida?
Querido visitante y/o lector:
Antes que nada. Gracias por entrar a esta página.
Un lugar donde la estupidez no conoce límite alguno, donde los pensamientos de una mente con pocas luces corren libremente en la oscuridad y donde los sentimientos intentan fluir como el agua caliente de la pava hacia el mate.

Si lo arriba escrito te pareció una total estupidez no te recomiendo seguir leyendo ya que casi todo lo escrito acá es así o peor. Andá a leer un libro, escuchar música, pintar algo, escribir, hablar sobre política, criticar, jugar un juego, tocar un instrumento musical y/o cualquier otra actividad que te haga sentir feliz y completo/a; no te quedés acá, vas a perder tu tiempo.

Si a pesar de todo esto insistís en leer lo que escribo, me siento halagada y te doy la bienvenida a este blog donde mi corazón vomita su verdad

PD: Si te molesta la música el reproductor está en la columna de la derecha, sobre la sección de "Datos personales"
Si te interesa saber que canciones son (cosa que no creo) la primera es overworld (si conoces el Legend of Zelda la hubicas) y la otra es what if de Emilie Autumn.
Ah, sobre el nombre del blog, sé que está mal escrito pero de la manera correcta no me debaja ponerlo, por eso está así.

lunes, 10 de mayo de 2010

" Conozco bastante bien el alma humana para prever que pensarán en la vanidad. Piensen lo que quieran: me importa un bledo; hace rato que me importan un bledo la opinión y la justicia de los hombres. Supongan, pues, que publico esta historia por vanidad. Al fin de cuentas estoy hecho de carne, huesos, pelo y uñas como cualquier otro hombre y me parecería muy injusto que exigiesen de mí, precisamente de mí, cualidades especiales; uno se cree a veces un superhombre, hasta que advierte que también es mezquino, sucio y pérfido. De la vanidad no digo nada: creo que nadie está desprovisto de este notable motor del Progreso Humano. Me hacen reír esos señores que salen con la modestia de Einstein o gente por el estilo; respuesta: es fácil ser modesto cuando se es célebre; quiero decir parecer modesto. Aun cuando se imagina que no existe en absoluto, se la descubre de pronto en su forma más sutil: la vanidad de la modestia. ¡Cuántas veces tropezamos con esa clase de individuos! Hasta un hombre, real o simbólico, como Cristo, pronunció palabras sugeridas por la vanidad o al menos por la soberbia. ¿Qué decir de León Bloy, que se defendía de la acusación de soberbia argumentando que se había pasado la vida sirviendo a individuos que no le llegaban a las rodillas? "



Ernesto Sábato, el tunel.

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